En una semana en la que el trend topic son las vivencias post-ironman, lo confieso, yo también quiero leerlas, escribo con retraso sobre mi Campeonato de España Universitario celebrado el fin de semana anterior, en Puzol, cerca de Valencia sobre la distancia sprint.
Pese a llevar tantos años estudiando, era mi primer campeonato universitario. Tenía ilusión en correrlo por vivir esa experiencia en la que representas a una universidad y se colocan en línea de salida un espectro de más de cien mujeres que abarca desde la élite nacional hasta el nivel primerizo más popular. Me gusta esa sensación de volver a las raíces, de ver la inexperiencia y desconocimiento de aquellos que hacen su primer triatlón, considero que por muy élite o profesional que se sea, es bueno ver la semilla germinar de vez en cuando en otras personas y tratar de aportarles tu granito de arena de una forma y otra.
Considero también que es bueno valorar e implicarse en cualquier iniciativa que involucre educación, cultura y deporte. Después de una vida entera compartida con mis padres… lo que más les agradeceré es haberme inculcado una filosofía de vida deportiva y la educación que me han dado. Tengo más orgullo de mi educación que de mi carrera deportiva y creo que tan sorprendente es lo que el cuerpo puede hacer como lo que el cerebro es capaz de aprender y hasta dónde eso puede llevarte. Y cuando hablo de educación, me refiero a entenderla como un todo, un conjunto. No hablo del favorito del profesor de matemáticas ni del que sacó 9.7 en selectividad. No es necesario saber responder a cada pregunta de Saber Y Ganar pero sí saber que la cultura es algo más que las preguntas de Apostamos 1 Millón.
Ser capaz de recorrer el mundo sola compitiendo triatlón con la seguridad de que tu educación te llevará a cualquier parte; ser capaz de dedicarse al triatlón con la seguridad de que el día de mañana cuando tu carrera deportiva finalice podrás seguir siendo competitivo en otro ámbito profesional, más real del mundo en el que vivimos, con la ambición de ser igualmente exitoso, es sin duda algo que me enorgullece y que siempre agradeceré a mis padres.
Momento monólogo bloguero a parte, el triatlón en sí fue bien y mis compañeros de viaje de la Uned encantadores. Me costó la salida corriendo desde la arena porque yo si fuera vigilante de la playa sería de las que saltan desde la lancha e incluso bucean y no de las que bajan corriendo desde la torreta, pero pude salir con relativa comodidad del agua en primera posición, ir sola en bici echando de menos un acople para corta distancia y correr hasta meta con ventaja.
Nota del Triatleta Viajero: Tienes que ir a Valencia y Cataluña a competir aunque sólo sea por los avituallamientos, desde la bolsa de los dorsales con un paquete grande de rosquillas pasando por el carrito de Horchata hasta el zumo recién exprimido en post meta. Beber 6 vasos de zumo recién exprimido de naranja valenciana es un lujo de recuperación natural.